sábado, 27 de agosto de 2016

Ted
2012, Seth MacFarlane
Comedia, Fantástica

En Ted, John Bennett es un niño solitario e impopular, que en la mañana de navidad recibe un oso de peluche. Esa misma noche John pide un deseo, sin tener idea de que este acabará por cumplirse. 
A sus 8 años de edad, a John le cuesta relacionarse. Cada vez que trata de acercarse a otros niños, estos lo rechazan, convirtiéndolo en alguien solitario. Llega la navidad y con ella, un regalo especial. Un oso de peluche. 
Ningún otro regalo podría ser más inofensivo. Sin embargo, cuando su oso pasa a sustituir a los otros niños, la cosa ya es distinta. Un peluche que sólo sabe decir “Teddy te quiere” es ahora su único amigo, y su cariñoso mensaje grabado, algo que a John hace sentirse apreciado. 
Si ya de por sí, la situación no era buena, John pide de noche un deseo, de características similares al del Geppetto de Pinocho (1940). Claro que, quién se hubiera imaginado que se le cumpliría. 
MacFarlane pasa, en pocos minutos, de mostrarnos cómo es que el nuevo Ted, espanta primero a los padres de John, se convierte luego, en figura pública, y acaba por último siendo un ciudadano más, sólo que, peludo y más bajito. Si algo el director no ha pretendido, es que este oso sobresaliese. 
Mostrados los créditos y el título iniciales, MacFarlane salta directamente a la que ha pasado a ser, en la actualidad, la relación de compadres, entre hombre y oso. Ya en los primeros planos, distinguimos en el dúo, claros signos de decadencia. 27 años después de que los tan inocentes John y Ted se conocieran, su amigo de felpa es ahora un desordenado, un mal hablado y un ávido amante de las drogas. John, por su parte, ha tenido algunos avances. Se trata con sus compañeros de oficina, además de que tiene a su novia Lori.
Como elemento determinante para que la película falle, está que, entre conflicto y conflicto haya escenas demasiado largas y que terminan no siendo funcionales. Yo sobre esto, lo único que puedo decir es que, para verla y comprenderla, se requiere de paciencia. Evidentemente, el director no buscó siempre darnos información, sino que a veces esperó a que el público sencillamente se riera.
Ya cuando uno se ha mentalizado respecto a lo que se tiene delante, advertirá que John es un personaje, a quien aferrarse a su muñeco de la infancia le ha dificultado madurar. Con Ted a su lado, a John le es imposible mantener un vínculo responsable con la mujer que ama, por seguir aún estancado. 
Hay también una sub trama, sobre un padre que quiere darle a su hijo (Aedin Mincks) ese oso que él, tras ver en la tele, de niño, nunca consiguió. Con la inclusión de estos dos personajes, se nos da algo más de suspenso, con un secuestro y una persecución en auto, pero sobre todo, que por un breve momento tengamos otra perspectiva de infancia sufrida. 
Más allá de su excesiva duración y de algunas situaciones forzadas, Ted de todos modos tiene una resolución que da para pensar, además de contar con algunos aciertos. Ver como ese peluche, que antes distanciara a John de Lori, es a lo último lo que los une, no tiene desperdicio. 
Lamentablemente, en lo global, la falta de seriedad de MacFarlane como libretista es netamente visible, en un filme que tiene demasiados minutos omitibles. 

Mi puntaje: 4/10
Hacia el Oeste (Into the West) 
2005, Robert Dornhelm, Simon Wincer, Sergio Mimicca-Gezzan, Michael W. Watkins y Timothy Van Patten
Western, Aventura, Drama, Histórica 

En Hacia el Oeste, por intermedio de dos familias, una de blancos y la otra de nativos americanos, se nos cuenta el proceso mediante el cual, el hombre blanco acabaría adueñándose de la totalidad del territorio de los Estados Unidos. 
Steven Spielberg ejerce de productor ejecutivo en esta miniserie de seis partes, que va desde 1820 a 1890. En ella se muestra la interminable pelea, mantenida entre estas dos razas, durante la conquista del oeste y la final caída de los indios. 
Jacob Wheeler es un joven ruedero, que a comienzos de siglo, vive y trabaja en la ficticia Wheelerton, en Virginia, junto a su familia. Un día, un montañero le habla maravillas de la frontera oeste y Jacob decide dejar su hogar e ir a conocerla. Lo acompaña en este viaje su hermano Nathan. 
En otro entorno tenemos a los Lakota, cuyo anciano curandero, Oso Que Gruñe, ha tenido una visión preocupante. En ella se le ha informado de lo que habrá de suceder, si las cosas siguen su rumbo actual. Muy pronto llegará el día en que ya no haya búfalos en las praderas. 
Ante algo tan controversial, Águila de Alto Vuelo, su aprendiz, logra convencer a la tribu, de ignorar esa profecía. Mientras tanto, el pequeño Pluma Blanca se propone a investigar esto por su cuenta. Poco antes de morir, Oso Que Gruñe le hace entrega de un collar que simboliza a la rueda medicinal de los Lakota. Este irá pasando de generación en generación, en cada episodio. 
Retomando con Jacob, nuestro personaje logra dar con el legendario explorador Jedediah Smith, en donde se combinan la ficción (Jacob) con la realidad (Smith). Luego de hasta enfrentarse juntos a la muerte, ellos se separan. Jacob termina tomando parte en una subasta, en donde se vende a una joven india. Él, al igual que los otros postores, arroja cifras, cada vez más altas, no dudando en aclarar su objetivo de liberar a la cautiva, y que a nadie causa gracia. Jacob es retado a un duelo y sale victorioso, y luego él y la india Mujer Corazón de Trueno toman camino hacia los Lakota. Ya en la tribu, Jacob expresa su deseo de hacerla su esposa, no encontrando opositores. Jacob y ella contraen matrimonio y pocos años más tarde, ellos son los felices padres de: Abraham Lobo Alto , Jacob Jr. Nube Alta y Margaret Luz Que Brilla. 
Cada capítulo supone una oportunidad para interesarse y aprender sobre el pasado histórico de los Estados Unidos, mientras que uno se entretiene con espectacularmente recreadas, escenas de batalla, entre indios y blancos. Asimismo, están las distintas sub tramas, que siempre están uniendo, unos con otros, a los varios personajes principales. Con el avance de la narración, ya dejan de ser los primeros protagonistas, blancos o lakotas, los que sean directamente afectados por las circunstancias, pasando a ser las nuevas generaciones, las que viven los nuevos cambios. 
Gracias a un trabajo de escritura extremadamente cuidadoso, ha sido que los tiempos que esta miniserie concediera a cada detalle, fueran correctos. Desde la llegada a California y a Oregón, llevada a cabo por Jedediah Smith y su grupo de jinetes (1826), hasta momentos tales como la invención del telégrafo (1844), la elección de Lincoln (1860) o el patentado del alambre de púas (1874).
No obstante, y más allá de lo anecdótico de cualquier fecha significativa, debe quedarnos claro cuál es el propósito central buscado. Aquí, más que nada se pretende que veamos y entendamos, cómo sería exactamente, que el hombre blanco llegaría a catalogar como “suyo” a este territorio, que de hecho, ya tenía dueño. Por suerte, tampoco se comete el error de mostrar a todos los blancos como mala gente, algo que hubiera sido injusto, además de falso. La miniserie trabaja mucho con los matices, mostrando a aquellos cuyo deseo había sido, claramente conquistar, y a aquellos que sólo habían querido la paz. Se explican, además, las varias razones que impedirían a los indios, de poder vencer a tan cruel enemigo. 
Hacia el Oeste es, para mi gusto, el más entretenido de los cursos de historia. De esos que uno no quería nunca, que acabaran. 

Mi puntaje: 9/10
Demandando al Diablo (Suing the Devil)
2011, Timothy A. Chey
Comedia, Drama

En Demandado al Diablo, Luke, un hombre cristiano y estudiante de derecho lleva al Diablo a juicio, por creerlo responsable de todo, cansado de sus problemas y de la sociedad caótica. 
La película inicia con un texto blanco en fondo negro, en donde leemos un pasaje de la Biblia, que alude al rey de los cielos y al de las tinieblas. 
Apreciamos ahora, el logo de Mouthwatering Productions, seguido de imágenes de Sydney y de la voz de Luke, hasta que aparece en escena. Él trabaja de día y estudia de noche, aunque últimamente, la muerte de su madre lo ha desanimado. 
Luke se queda dormido en la biblioteca. Después, en su casa se lo ve intranquilo, por todo el caos descrito en el informativo. En la cocina discute al teléfono y preocupa a Gwen (Shannen Fields), una esposa que tose mucho. 
Bart Bronson nos demuestra que es incapaz de actuar, cuando habla a Gwen sobre el Diablo y sus maldades. Además, el libreto que le han dado es insufrible, y su monólogo, totalmente descartable. Timothy A. Chey nos está presentando a un fundamentalista religioso, necesitado de ayuda psicológica. 
Poco antes de perder, definitivamente la razón, Luke, en su camioneta, va en busca de venganza, con revólver, pero sin balas. Algo que no ha pasado con su Biblia, que aguarda en la guantera, a ser usada.
Sin detenerse a meditarlo, decide ir por su demanda, que incluye repartir volantes, invitando a Satanás a dar la cara. Acá es muy gracioso, como entrega algunos, a adoradores del Diablo, como si supieran su paradero. 
A cargo del caso está la jueza Woods (Roslyn Gentle), que al principio no sabe si es broma, o si el hombre está loco. Cuando se percata de que, va en serio, el proceso continúa. 
Un día antes de que culmine el juicio por rebeldía y para sorpresa del propio Luke, un tipo alto, delgado y canoso aparece en la corte, afirmando ser él el demandado. Woods se ríe, reconociendo el buen sentido del humor, y pregunta por las cámaras ocultas, que de hecho, no existen. 
En este momento, el inesperado visitante argumenta que no hay pruebas de que él sea el Diablo… pero tampoco, de lo contrario. Afirmación, que aunque insostenible, en cualquier película sensata, puede dejarse correr, como sus otros, tantos horrores. 
El Diablo también hace ver el alcance de sus poderes, al elevar la temperatura de la sala sin mover un solo dedo y dejando claro de lo que es capaz. Así nos damos cuenta de que este sujeto no es normal, aunque nadie en el filme lo note, como si fueran todos ciegos. 
Dada la índole del caso, este es televisado a nivel mundial. Entonces, desde todas partes podrán divertirse con la incompetencia de los abogados. Habiendo ya jueza, jurado, demandante y demandado, todo lo que sigue es una muestra de que Timothy A. Chey no tenía idea de lo que hacía. Su nulo sentido común se ve en un filme repleto de baches. Tantos, que asombra que este director recibiese apoyo financiero. 
Previo al juicio, El Diablo conoce a quienes suponen ser los diez mejores abogados del país. Todos ellos, de altos coeficientes y superdotados de la materia, brindan respuestas impecables a sus preguntas. Con todo, se sobre entiende que él sólo busca divertirse. Si no, ¿para qué querría alguien con sus poderes, poner a sus servicios a esos seres despreciables, cuyas reglas, para él no valen nada, y para tener, luego, que pagarles? 
Respecto a su contrincante, Luke es, o muy ingenuo, o de muy pocas luces. Porque “el que se defiende a sí mismo, tiene a un tonto por cliente” y, si bien consigue el respaldo de una amiga, es él quien acaba yendo al frente. 
A medida que el juicio avanza, las coherencias argumentales brillan por su ausencia. Este es el caso de un sujeto capaz de cambiar el color de sus ojos, transparentarse o escupir fuego, pero a quien nadie teme acercársele, o se convence de que dice la verdad. 
Tampoco hay que olvidarse del atrevimiento del director, al tomar entera una de las mejores frases de Algunos Hombres Buenos (1992). No solo, Timothy A. Chey no ha escrito un buen libreto, sino que ha elegido copiar de otros. 
Cada nueva sesión de “Luke o´Brien vs El Diablo” parece un chiste, con abogados a quienes podría arrebatárseles el título. Tal es así que, uno a uno, se van turnando, a medida que fallan los argumentos de la defensa. Lo que, de todos modos, no es para alarmarse demasiado, porque el propio Luke O´Brien no sabe manejarse. 
Se vuelve hasta contradictorio, comprender como estos talentos son incapaces de distinguir al anticristo de un impostor, incluso tras su despliega de poderes. Y peor aún. En este grupo no son siquiera capaces de coincidir unos con otros, al punto de enfrentarse entre ellos o desautorizarse.
Una vez que hemos llegado al tramo final, lo único potable es la interpretación de un Malcolm McDowell, que podría haber dado clases, al resto del elenco. 
Casi sobre el final, Luke aún la sigue peleando, y ahora a sabiendas de que su esposa tiene un tumor. Por eso, su tos. Sin embargo, él prioriza la demanda, a la condición de su esposa.
Si hasta acá, el trabajo de A. Chey era para reírse, tampoco sería raro que no nos diera ni un respiro. Tanto el cierre del juicio, como lo que viene después, sería como para nunca darle una cámara de nuevo. Lo único que A. Chey consigue es que nos preguntemos qué rayos quiso hacer. 
Demandando al Diablo quizás pueda resumirse, a una muy errada propaganda religiosa, que aburre y, por sobre todo, ofende, por sus carencias. 

Mi puntaje: 1/10
El ciempiés humano 2: secuencia completa (the human centipede 2: full sequence)
2011, Tom Six
Terror

En El Ciempiés Humano II: Secuencia Completa, Martin es un guardia de seguridad, quien inspirado por el ficticio Dr. Heiter se prepara a llevar a cabo su propia versión del insecto. 
Noviembre de 1957. Plainfield, Wisconsin. La policía que investiga la desaparición de Bernice Worden, chequea la casa de Edward Theodore Gein, a quien ven como posible sospechoso. Cuando ingresan a su propiedad se encuentran con el cuerpo de Worden colgando de los tobillos, decapitado y abierto por el torso. Pero, eso no es todo. Hallan también diez cabezas de mujer, a las que falta la parte superior, pantallas de lámpara y asientos hechos con piel humana, y platos de sopa hechos con calaveras, entre algunas disparatadas artesanías. Tras ser detenido, Ed Gein es declarado enfermo mental y encerrado en un psiquiátrico. 
Setiembre de 1987. Jeffrey Lionel Dahmer conoce a Steven Toumi en un bar gay, en donde beben juntos, para luego retirase a un hotel. A la mañana siguiente Dahmer halla a Toumi muerto, sin recordar cómo fue que lo mató. En seguida compra una maleta, en donde lo lleva hasta el sótano de su abuela. Allí mantiene relaciones con el muerto, para después descuartizarlo y tirarlo a la basura, con excepción de la cabeza, a la que hierve y blanquea, para exponerla como trofeo. 
Las descripciones anteriores corresponden a breves segmentos de la obra de dos de los más famosos asesinos seriales de Estados Unidos, y que a diferencia de Tom Six, “sí” que estaban locos. 
Muchos son los que han catalogado a este director de anormal, por lo grotesco de su cine. Yo, por el contrario, no creo haber visto nada que pudiera demostrarme otra cosa, que su enorme capacidad imaginativa. Creo que llevar al horror a nuevos extremos no debería ser sinónimo de demencia, ni motivo de rechazo. Tratándose además, del género de lo macabro, nada mejor que un director dispuesto a retorcernos los intestinos. 
Eso sí… El día en que me entere de que Six realmente experimenta con personas, ahí sí, que cambio de parecer. Mientras tanto, mantengo mi postura.

La imagen es en blanco y negro. Dos chicas, unidas a un cadáver, sufren por culpa de un cirujano retirado a quien le faltan algunos jugadores, más no, conocimientos de anatomía. La cámara entonces retrocede para alejarnos de la escena y dar paso a los créditos finales. Uno no puede evitar sentirse confundido, hasta que, de pronto, todo se aclara. Six nos ubica en la caseta de Martin, el guardia de seguridad de un estacionamiento, quien, en su notebook, acaba de ver la película. 
De pronto, uno nota que la crominancia sigue sin aparecer. Es que Six había tenido, desde un principio, la intención de rodarlos así, a ambos filmes. Sin embargo, recién ahora lo ha implementado. Su impresión de que el blanco y negro agregaría un mayor toque de horror, no era errada. 
La elección de Lawrence R. Harvey como Martin, no podría haber sido más perfecta. Obeso, de mediana altura, ojos grandes y frente amplia, resulta más que adecuado para el papel del criminal.
Mientras corren los nombres del equipo técnico, Martin, pensativo, se toma levemente el labio inferior. Estamos ante un hombre que ha visto algo asqueroso y que ahora medita sobre ello. ¿Qué podría salir de esto? Seguro que, nada lindo. 
Desplazándose en su silla, Martin se aleja hacia su otro monitor, en donde figura lo captado por las cámaras de vigilancia. Justo es testigo de una pareja en plena disputa. Martin toma un fierro, con el que se pone de pie, y practica el golpe que planea asestarles, aunque también lleva consigo un arma. 
Six incluye además, parte de su vida hogareña. Martin convive con una madre gritona que lo destrata, y que llega a expresarle, a él y a otro vecino desquiciado, sus ganas de morirse. En una escena ella pretende matarlo mientras duerme, pero al final es ella la sentenciada. Nada sabía ella, de lo que su hijo era capaz. 
Todavía no hemos visto lo más interesante, pero Six ya nos ha dado algo para la impaciencia. 
Hasta el momento El Ciempiés Humano II casi carece de diálogo. Tanto sea que Martin esté en su casa, como afuera, sólo lo oímos proferir gruñidos o gritos de rabia. Gran elección de un director, que ha sabido como valerse de los silencios. 
Mucho antes de que llegue la secuencia del título, Six dedica su buen espacio, a la recolección de víctimas, y no exagera. De esta forma apreciamos la decadente salud de Martin, a quien la muy buena interpretación de Lawrence asegura un clima tenebroso y un personaje que asuste. Se nos deleita, además, con algunas escenas de tensión y de suspenso, que Six incluye sin reparos. Cuando sudoroso, atacado por el asma, e imposibilitado de golpear a una mujer embarazada, Martin recurre al inhalador, Six ha logrado que su personaje nos produzca hasta repugnancia. Sucede que Martin es feo, estéticamente desagradable, tiene una pinta de pervertido, visible a la legua, y encima de todo, falta que haga su proyecto. 
Una vez que hemos asimilado todos estos rasgos, comprendemos que ningún atlético y bien vestido Patrick Bateman Psicópata Americano (2000), habría tenido el mismo efecto.
A Martin podrían criticársele muchas cosas, pero nunca, la falta de empeño. Su estudio minucioso de la cinta de Tom Six, lo ha llevado a hacerse una carpeta con notas. En ella es donde conserva sus dibujos, sobre cómo realizar los procedimientos. 
Cada día Martin reúne a nuevos desafortunados en su escondite, a quienes entrega a la oscuridad del casi abandono, a escuchar los gritos ahogados de otros, o para unírseles. 
En una ocasión en la que prepara a uno de los cuerpos, otro víctima logra gritarle ¡es sólo una película!, desde su posición desfavorecida, y como si eso fuera a cambiar algo. 
Llega entonces, el momento tan esperado. Martin ya tiene consigo a las doce piezas. Estas, desperdigadas por el piso, aguardan aterradas, a que acontezca lo inevitable, amordazadas, transpiradas, mugrientas, llorosas y muertas de hambre. El juego más divertido en el que Martin jamás haya participado, está por comenzar. De aquí en más, superará con creces al del Dr. Heiter. Lo único, eso sí, es que será más desprolijo. Martin nada sabe de anatomía, sus víctimas no serán sedadas antes de unirlas, ni su método demostrará habilidad alguna.
Con su primera película, Six daba forma, lo que empezara como un chiste entre amigos, aunque sin exprimirlo lo suficiente. Con esta secuela consigue en cambio, dar nueva forma y mejores (y mayores) dimensiones, a su idea, para espantarnos y al mismo tiempo, deleitarnos. Six descarta la fotografía colorida y usa la palabra hablada, sólo como último recurso.
Si tuviera que mencionar algún problema, diría que el hecho de que Martin se viera inspirado por una película, ha estado, sinceramente, de sobra. Se nos da a entender que él recoge la idea del ciempiés, tras haber visto El Ciempiés Humano I de Tom Six. O sea que Six ha diseñado un universo en el que abita Martin. Individuo que está, en efecto, trastornado, y dispuesto a imitar, ahora sí, lo visto en un producto de la ficción, escrito, dirigido y producido por este director. 
Six podría haber dejado que tanto Heiter como Martin pertenecieran al mismo universo, y así evitarnos  ver su nombre en la notebook de su guardia.

Mi puntaje: 8/10
La extraña vida de Timothy Green (The odd life of timothy green)
2012, Peter Hedges
Comedia, Drama, Familiar

En La extraña vida de Timothy Green, Cindy (Jennifer Garner) y Jim (Joel Edgerton) no pueden ser padres, por sus propios medios. Entonces, una noche entierran en el jardín de su casa, una caja con todos los deseos que querrían ver cumplidos en un hijo propio, escritos en su interior. Esa misma noche atestiguan un resultado milagroso, en la forma del pequeño Timothy (CJ Adams). 
Sólo como curiosidad, quienes sigan, más o menos de cerca, la filmografía de Jennifer Garner, podrán haber notado que esta es la segunda vez, en cinco años, en que interpreta a una mujer que no puede tener familia. Su rol anterior había sido en Juno (2007), como el personaje secundario de Vanessa Loring, quien aguardaba al bebé de una adolescente. 
Jim y Cindy Green son de esos matrimonios, para quienes ser padres sería la frutilla de la torta. El haber constituido la familia soñada.
El tema es, que mientras que a algunos, los hijos les llegan tan fácilmente como los resfríos, otros, como los Green, ven pasar el tiempo sin que ocurra nada. Es entonces, cuando los médicos se han dado pro vencidos, que ellos vuelven a su casa, en donde han de conformarse con ser los únicos bajo su techo. 
Esa noche en particular, y no habiendo ya, nada que perder, Jim decide jugar a que juntos describan al hijo perfecto, al tiempo que anotan cada una de sus ficticias, enormes cualidades, en las hojas de una libreta. Por un momento fantasean, dejándose llevar, y sumándole, cada vez más atributos, a alguien que es, cien por ciento, inventado. Seguidamente, salen en la oscuridad, a enterrar esas cualidades en el jardín, dentro de una caja. 
Ambos están durmiendo cuando el viento se levanta y una inusual lluvia se desata sobre su terreno. Al poco, esta cesa, pero ya habiéndoles dejado un muy especial obsequio. 
Alguien aparece de improviso, en la cama, junto a Jim, pero desaparece tan rápidamente como llegó, dejando sucio de tierra. Acto seguido, Cindy y Jim se ponen a buscar al intruso. Así acaban encontrándose con un niño de unos diez años, cubierto de barro, y que no saben de donde proviene. Misterio que resuelven en seguida, al mirar por una ventana. Un pozo con las dimensiones del pequeño, revela el mismo punto en donde antes enterraran la caja.
Para hacer del suceso, aún más sorprendente, el niño tiene hojas verdes prendidas a sus piernas. 
Lo más seguro es que, para muchos, toda esta secuencia contenga una magia emocionante. Con una pareja que arrancaba desconsolada; que se ponía, luego, a jugar, para olvidar sus penas; y que acababa siendo tocada por manos divinas. Y no dudo que fuera ese, el objetivo de Peter Hedges. Con todo, se me hace que, aún siendo un relato fantástico, hubiera sido interesante atar algunos cabos, antes de seguir, para dar mayor solidez a los hechos venideros. Detalles como, que al matrimonio le cueste tan poco, convencerse de que el niño salió de la tierra, y que, además, es hijo de ellos, no ayudan a tal causa. O que, al descubrir que tiene hojas en los pies, no piensen que pueda ser parte de una broma, tampoco es muy creíble. Cualquiera podría pensar que eran muy ingenuos.
Tras recibir un baño caliente y presentarse como Timothy, un niño que no siente, ni miedo ni vergüenza, los llama de inmediato “papá” y “mamá”. Algo a lo que, ninguno de los dos, tarda en acostumbrarse. 
Ya, a la mañana siguiente, los Green dan a conocer a su nuevo integrante, en una reunión con familiares y amigos, en donde ambos asumen, demasiado pronto, el rol de padres, lo que tampoco es verosímil. Como si conociesen a Timothy desde siempre, y no, desde hace apenas, unas horas. 
De aquí en más, madre y padre procurarán hacer que cada día sea valioso. Tratarán de transmitir su cariño y enseñanzas, como si el niño fuese común y corriente, y olvidando un detalle mayor: Timothy no nació dentro de un vientre materno.
Este enviado del cielo ayuda al matrimonio, no sólo a quitarse las ganas de ejercer la paternidad, sino, a que, en muy corto plazo puedan cometer errores, desde esa posición, para aprender de ellos. Timothy los ayuda, incluso, a enfrentarse a sus propios demonios, cuando nunca antes habían tenido el coraje.
Pero, no todo lo que brilla es oro. Y las hojas verdes de Timothy, también empiezan a marchitarse. 
Algo que nunca termina de convencer, es para qué, exactamente, es que llega el niño a ellos. Si el matrimonio iba, luego, a querer adoptar, bastaría con que fuesen adultos responsables y sinceros, sin enfermedades terminales, problemas psicológicos o financieros, para que los trámites se dieran con éxito. 
Toda la película es contaba en un flashback, a medida que la pareja narra su historia con Timothy, a Evette Onat (Shohreh Aghdashloo), la supervisora. Acá, obviamente, lo que tenemos es a un dúo que ansía comprensión y empatía. Sin embargo, Onat demuestra ser una veterana sensata, que no está para graciosos. A ella se la convence con hechos que expresen verdades, y no, con niños nacidos entre las plantas. Lo mismo, le hubieran dicho que era traído por la cigüeña, y ¿con eso, qué? ¿Acaso, debería entenderse que les creyera, sólo por ver sus caras angustiadas? 
Llegados a este punto, Hedges elige, en definitiva, un final que tiene agujeros, pero que es feliz y saca sonrisas. Recordemos que su contrato era con la Disney, y el filme, para grandes y para chicos. 

Mi puntaje: 4/10
Ruby, la chica de mis sueños (Ruby Sparks)
2012, Zoe Kazan
Comedia, Fantásrica, Romántica


En Ruby Sparks, Calvin (Paul Dano) es un exitoso novelista que sufre de bloque creativo, hasta que, durmiendo, sueña con una chica imaginaria (Zoe Kazan) que, no sólo lo inspira, sino que, pronto cobra vida.
Bajo ningún concepto pretendo defender a los premios de la Academia. No es que quiera decir que estos sean buenos o malos, ya que (negocio, o no negocio) se supone que sus miembros premian, votando, según los gustos subjetivos de cada uno, y yo ahí, no veo nada de malo. Luego, que lo votado por esta gente no sea, de hecho, la verdad absoluta, ya es otra cosa. 
El 2006 fue para la independiente Pequeña Miss Sunshine, un año positivo. Sería nominada al Oscar en cuatro categorías, quedándose con las de mejor actor secundario y mejor escritura.
Y repito, que la opinión de esta gente no debería significar absolutamente nada. Sin embargo, personalmente, igual me animo a reconocer cuando se destaca, lo que ha sido, a mi parecer, una buena escritura. Merecido, o no, el galardón, el guión de Michael Arndt había sido estupendo. Algo que no volvería a repetirse con el libreto de su sucesora, Zoe Kazan, colaborando con los mismos directores.
Ruby Sparks significaría tomar un rumbo distinto. Ahora con un joven novelista, a quien, ni su terapeuta (Elliott Gould) lograba ayudarlo a plasmar sus ideas. Algo para lo cuál, tendría que recurrir al mundo onírico.
Una chica le habla a Calvin. Nosotros no entendemos demasiado de lo que dice, pero eso no importa, porque Calvin se despierta en su sofá, súper inspirado, y corre a su máquina de escribir (algunos, aún las prefieren, a las computadoras), en donde escribe a toda velocidad. 
En otra sesión, a Calvin le cuesta expresarle al Dr. Rosenthal, eso, muy raro, que le está ocurriendo, hasta que se anima. Sucede que, quien ha vuelto a iluminarlo es una muchacha que ni siquiera existe y de la que, para peor, se está enamorando. Calvin es capaz de describir a Ruby, su nuevo personaje, con claridad de detalles, tanto a nivel físico, personalidad, o de su biografía. Pero lo más importante es que la escritura ha vuelto a fluirle. 
Hasta que algo extraño ocurre. 
Ruby aparece, de pronto, en su casa, dirigiéndole la palabra (como si fuera lo más normal), a lo que Calvin enloquece. 
Un par de situaciones que le siguen, una con su hermano (Chris Messina), y otra, con una admiradora, dan entender que su Ruby es tan real como se la ve. Junto a Harry hace un experimento y descubre que todo lo que escriba sobre ella se materializa. Algo que es genial, pero alocado. 
Desafortunadamente, este buen concepto es rápidamente tirado abajo por Kazan, quien también interpreta a Ruby. 
Calvin no tarda en dejar su asombro, para aceptar a Ruby como la chica con quien vive. A partir de esto, lo que se nos muestra es cómo evoluciona el vínculo, con sus buenos y sus malos momentos, convirtiendo a la película, en gran medida, en un típico drama juvenil, sobre roces de pareja. Todo lo que, dentro de lo fantástico, podría haber habido de genial, se pierde, y casi todo lo que sigue es un desperdicio.
Ruby Sparks pasa a tratarse de los conflictos entre una chica, que no parece ser capaz de comportarse adecuadamente, y su novio celoso y posesivo, que se adapta a una nueva novia, como si nada. 
Con los problemas entre Ruby y Calvin, yendo y viniendo, Kazan tarda un montón en mostrarnos lo que a nosotros, más nos interesa, que es el cómo funciona una chica que salió de una hoja, escrita en tinta. O sea que Kazan no concede al aspecto mágico, el espacio necesario. 
El planteo que se maneja, es que Calvin, a tal punto es incapaz de dialogar con Ruby, que opta por equilibrarla con la escritura. Recién en los últimos minutos es que es llevado al extremo de lo posesivo. Cuando las diferencias entre ellos se han vuelvo demasiadas, es que resuelve enseñarle a Ruby los aspectos más extraordinarios de su existencia. En una última escena, en donde Calvin se vuelve agresivo (aunque no, en lo verbal o físico) usa su máquina de escribir para enloquecerla, obligándola a hacer lo que él quiera, con tan sólo tipear en ella. 
A modo de conclusión, creo Kazan podría haber hecho del poder mágico, de la palabra escrita, el elemento vigente a hacer hincapié, y la película habría mejorado. 
No puedo, sin embargo, dejar de mencionar el excelente destino que Kazan le da a Ruby, cuando ha llegado el momento, para Calvin, de decir: ¡ya basta!

Mi puntaje: 3/10

Las Acacias
2011, Pablo Giorgelli
Drama


En Las Acacias, Rubén (Germán de Silva) es un camionero que recibe el encargo de llevar a una desconocida (Hebe Duarte), desde Asunción hasta Buenos Aires, en un viaje de unos 1500 Km.
Hace algún tiempo, y tras haberla oído mencionar en varias ocasiones, un amigo me convenció de que, a modo de ejercicio viera Whisky 2004, película uruguaya. Tratándose del cine nacional, yo hasta el momento había conocido sólo algunos títulos, por culpa del prejuicio. Algo que no expongo como “la” revelación, ni mucho menos. Sólo para dejar las cosas claras. 
Al igual que mucha gente, también he tendido siempre a inclinarme por la gran industria, por sobre lo local u otros tipos de cinematografía, algo en lo que, para bien o para mal, no me voy a explayar. Así que, a la hora de ver lo hecho por mis compatriotas, no he sido nunca tan abierto como desearía y lo reconozco. 
Pero, ¿a qué viene todo esto? A que creo que es triste que una persona tenga que enfrentarse a una película, no, como actividad recreativa, sino para poder decir después, que sí hizo el esfuerzo de verla. Que se sacrificó. Si partimos de la base de que, con el mundo audiovisual, en general buscamos entretenernos, que la experiencia resultase tortuosa no tendría ningún sentido, algo que muchos temen que suceda con lo sudamericano o lo europeo. 
Personalmente, Las Acacias no había llamado mi atención, hasta que, hace poco, otro amigo, tras verla me dijo, bueno… No voy a decir que recuerde sus exactas palabras, pero más o menos le había parecido una “linda peliculita minimalista, sobre un hombre llevando a un mujer a Buenos Aires”. Fin. 
Aún no muy convencido, decidí (aunque me costó) darle una oportunidad, y eh aquí, mi veredicto. 
Las posibilidades temáticas a rodarse son tan abarcativas como la variedad en sus escenarios. Además, y aunque parezca mentira, mientras que un director podría ubicarnos en un buque, otros podrían elegir un espacio algo más pequeño, como ser la cabina del camión, del filme de Pablo Giorgelli. Ahí es en donde vemos darse la relación entre Rubén y Jacinta, y de los límites de ese espacio, mucho, no se sale. ¿Es eso, bueno o malo? Del talento del director, creo yo, que eso depende. 
Ahora… Cuando digo que de allí dentro “mucho no se sale”, no lo hago de manera despectiva. Habrá a quienes guste ver extensas batallas, como también los habrá partidarios de algo más sencillo, como “historias mínimas”, que es este caso. ¿Quién dijo que un camionero y su pasajera no podrían ser interesantes? Es tanto igual de válido que el barco o que la guerra. 
Con todo, diría que a ningún director lúcido debería bastarle con tener a sus personajes en pleno viaje, no haciendo nada. Porque, haber… Todo lindo, con el minimalismo. Pero para ver a un tipo manejando y a su pasajera quieta, y quedarnos con eso, nos filmábamos a nosotros mismos y nos veíamos después. Quiero decir que, si quisiéramos hacer una película, mejor tener algo que contar y que realmente valiera la pena (ya fuera con acciones, diálogos, o lo que fuera), pero en definitiva, algo digno de verse. 
Lo que ocurre con Las Acacias es que Giorgelli lleva el minimalismo a sus extremos. Con escenas en donde la imagen se ve bastante limitada al plano contraplano, para que los veamos, a él, al volante, y a ella, mirando el camino, mientras cuida de su beba, Anahí (Nayra Calle Mamani).. 
En otro momento Rubén juega con la niña con su mano derecha, mientras conduce con la izquierda y Jacinta duerme. O en otra escena Jacinta le enseña a Rubén algo de guaraní.
A lo largo del recorrido, chofer y pasajera se van conociendo, aunque muy lentamente, debido a un Rubén reservado. Al principio, ni es capaz de preguntarle a la madre, por su nombre, o el de su hija. Habiendo muy poca conversación entre ellos (pero con un Rubén, cada vez más abierto) y con alguna parada en el camino, Giorgelli maneja un ritmo que hace que la película no se haga eterna, gracias a un sencillo, aunque eficaz montaje, y a la distribución que otorga a los diálogos y las acciones. Así es como consigue que nos interesemos por sus personajes y nos nos durmamos En cuanto al final, sin ser la gran cosa, igualmente logra hacerlo emotivo, cuando arriban a la capital argentina. 
No obstante, y pese a tener cosas positivas, Las Acacias no termina de convencer, porque la simpleza de su lenguaje es demasiada y porque falta explorar más un vínculo entre dos personas, que es tan escaso que no justifica casi una hora y veinti cinco minutos de película. 

Mi puntaje: 4/10

El Bigote (La Moustache)
2005, Emmanuel Carrère
Drama, Misterio

En El Bigote, sentado en la bañera Marc pregunta a su esposa qué le parecería si se afeitara un bigote, que lleva usando desde hace mucho. 
Emmanuel Carrère, director de esta película, nos deja clara su intención de no extenderse en largas presentaciones y va derecho al grano. De modo que escuchamos en seguida la voz de Marc quien, desde la bañera consulta a su esposa sobre un posible cambio de look. Agnès, por su parte, le responde vagamente, no dándole un sí o un no, y yéndose a hacer mandados. Entonces, Marc decide hacer la prueba.
Agnès regresa, más tarde, para que su esposo se divierta en silencio. Al calzarse evita que Agnès vea el cambio, y tras ella ducharse, Marc sostiene la toalla en alto, quedando parte de su cara, escondida. Ambos se detienen frente al espejo, en donde Marc aguarda a ver el gesto de su esposa, cuando ella note lo que se ha hecho, pero eso no pasa. Ni tampoco le dice nada en el ascensor o en el auto, cuando esa noche van a la casa de sus amigos, Serge y Nadia, quienes tampoco le dicen nada. 
Lo peor, sin embargo, aún está por venir. Porque Marc larga a su esposa la bronca que ha ido acumulando, hasta que, en la cama, Agnès se ve obligada a llamar a sus amigos. A altas horas de la madrugada recibe de ellos la confirmación de que, desde hace quince años, Marc nunca ha tenido bigote. 
Pero la seguidilla de situaciones irreales no termina allí. Los compañeros de trabajo de Marc tampoco notan su afeitada, aunque sí se dan cuenta cuando vuelve a fumar. Como si la locura sólo girara en torno a su bello facial. 
Marc se hace nuevas fotos y pide a una desconocida que les eche un vistazo, junto a la de su cédula. La chica acierta, en seguida, en señalar lo que ve distinto, con lo que ahora Marc comprende aún menos, lo que le pasa. 
Siguiendo con esto, qué mejor que buscar sus fotos del viaje a Bali, como evidencia de su cordura. Al ver el álbum, lo alivia poder confirmar su sensatez. No obstante, al momento de enseñárselo a Agnès, ella le hace muy poco caso, y yo quisiera saber porqué, pero realmente, ¿POR QUÉ?, él no le insiste. Si esta ha sido la manera de mantenernos el misterio, lamento decirlo, pero no ha sido buena. Porque permitirle ver a Agnès esa evidencia, era algo tan obvio, que lo contrario le quita sentido. 
Así y todo, el dilema del bigote llega a ser uno entre varios. Tras oír un mensaje de su padre en la contestadora, Agnès le dice que eso no es posible porque su padre está muerto. Marc también le menciona a Serge y Nadia, para que Agnès le asegure no conocerlos. Marc llega al punto de llamar a casa de sus padres para, que, de hecho, la línea figure fuera de servicio. A estas alturas, él parece estar viviendo un episodio de la Dimensión Desconocida. 
Desesperado y sintiendo que ha perdido noción de la realidad, Marc se escapa del apartamento antes de que Agnès consiga internarlo, y llega en taxis al aeropuerto, para marcharse, sin equipaje, hacia Hong Kong.
Marc llega a terreno hongkonés para hacer de esta ciudad su terapeuta, y buscando olvidar tanto sinsentido. Se instala en un hotel e inicia una nueva rutina, que Carrère nos describe, por varios minutos, hasta cansarnos. A dejado inconcluso su “largo episodio fantástico”, onda Rod Serling, para que uno se pregunte, ¿en dónde quedó lo que estábamos viendo? 
Con China sustituta de Francia, todo el misterio del bigote, del padre de Marc y de sus amigos es echo a un costado, quedando en una especie de stand by desconcertante. El Bigote sufre un cambio de rumbo que nos deja esperando por un hecho revelador inexistente, cuando, como mucho, Marc vuelve a dejarse el bigote y la barba. 
Observándolo en sus días de turistas me dieron ganas de acelerar las escenas. Hasta que un día él llega al hotel, para hallar a su esposa leyendo acostada, como si nada. Como si él se hubiera marchado en buenos términos. 
De noche se encuentran con una pareja, a la que conocieron, supuestamente, en ese viaje. Con ellos ven fotos de los cuatro en una cámara digital, y en cuyas instantáneas Marc advierte, como indiscutible, la presencia de su problemático bigote. Sin embargo él está convencido de nunca haber conocido a esa gente, previo a esa salida, y ni que hablar de que en su memoria no hay registros de esas fotos en las que sonríe.
Carrère, así, nos sigue sumando misterios, con respecto a lo vivido o no vivido por Marc, estando casado. No haciendo intento alguno por aclararnos nada y, sin tampoco darnos pistas, su película acaba parecida a como empieza, permitiendo que interpretemos como queramos. Y al contrario, creo que la idea del bigote daba para más que un cierre tan impreciso y para trabajársela más a fondo. Recuérdese sino, finales abiertos, pero bien elaborados, como en Contacto (1997) o La Separación (2011), en donde al menos uno sabía con que posibilidades manejarse y no era un sencillo e indistinto “vale todo”. 

Mi puntaje: 2/10

viernes, 26 de agosto de 2016

Plegarias por Bobby (Prayers for Bobby)
2008, Russell Mulcahy
Biográfica, Drama

Inspirada en hechos reales, Plegarias por Bobby cuenta como Mary Griffith (Sigourney Weaver), una fundamentalista religiosa que se niega a aceptar a su hijo homosexual, acaba conduciendo al joven Bobby (Ryan Kelley) al suicidio. 
Vi este drama hace mucho, cuan aún no tenía el blog, y aprovechando que ahora cuento con la cinta en mi videoteca, se me ocurrió verla de nuevo para refrescarme la memoria y así comentarla. 
Plegarias por Bobby arranca de lleno, con el momento más dramático de la película. Bobby, a sus 20 años y con tanto por delante, decide que vivir ya no vale la pena, si por ser homosexual no merece ser aceptado, ni por Dios ni por su madre. Bobby se arroja desde un puente, para ser atropellado y morir en el acto. 
El inesperado acontecimiento, obviamente impacta fuertemente en quienes lo querían, aunque no, en todos por igual. Precisamente, como su madre tiene dificultades para separar a este suceso de su creer religioso, no es capaz de lidiar con el temor de que Bobby no fuese aceptado en el cielo. 
La película no trata solamente del conflicto entre una madre y su hijo, sino que es el punto de partida para que Russell Mulcahy denuncie el problema social de la discriminación. 
Por si acaso, creo importante aclarar que yo no me opongo a la libertad de creencia, ya que creer es una elección como cualquier otra. No obstante, sí considero que, con o sin divinidades, es indispensable que uno pueda ser capaz de razonar por sí mismo, que es exactamente lo que Mary no hace. 
Tan devota es Mary que se deja guiar, en todo sentido, por su fe. Se la pasa recitando pasajes bíblicos y mide a la gente, juzgándola según su dogma. De pronto el menor de sus hijos resulta ser gay, lo cual contradice a todo lo que, para ella, es bueno y puro, y por ende es pecado, con lo que Mary siente que Bobby se ha alejado del buen camino. Su fanatismo religioso le impide tratar de entenderlo y respetarlo por lo que es, y actúa como alguien que quiere sólo lo que cree estar bien, a ojos de Dios. 
Por otro lado, revelado su secreto, Bobby Griffith halla todo, menos apoyo. En lugar de comprensión, se encuentra con una madre para quien su homosexualidad es algo inconcebible y un horror. Una falta inaceptable al plan divino, que ha de ser borrada, y nunca, aceptada. Tampoco su padre es de gran ayuda, por su escasa facilidad para comunicarse y por ser incapaz de detener a una mujer, que está resolviendo el asunto de mal modo. Es sólo recién, meses después de la muerte de Bobby, que Mary encuentra respuestas, pero cuando ya, la situación es irreversible. 
Russell Mulcahy critica acá a la iglesia, pero con propiedad, tomándose siempre el trabajo de enseñarnos sus matices. Busca además que sepamos que, pese a sus defectos, el catolicismo también tiene valores.
Mary, por ejemplo, va a Portland, en donde conoce al reverendo Whitsell (Dan Butler), quien le habla de no tomarse tan literalmente, lo dicho en la Biblia. Whitsell le explica que sus posibles interpretaciones pueden variar según la época, los grupos sociales y según cada uno, aunque lo más importante es que le da a entender que para Dios, una madre debe amar a sus hijos sin condicionantes. 
Pese a esto, también hay un lado, en extremo negativo. En la misa celebrada en honor a Bobby escuchamos hablar al reverendo Owens, quien realmente, deja mucho que desear. Lo increíble es que este hombre tenga el coraje para decir que el chico había sido tentado, para luego pecar, cuando la única pecadora había sido su madre, por no apoyarlo. Nadie, cuando Bobby vivía, se había molestado en preguntarle si él había elegido su orientación, mientras que, del mismo modo ahora se lo acusa, tan fácilmente, de ser impuro. Su muerte es, por supuesto, una pérdida espantosa. Pero Bobby murió siendo un pecador: por un lado por ser gay, y por otro lado, por auto eliminarse. 
Igualmente, Plegarias por Bobby apunta, más que nada, a poner en evidencia los defectos del catolicismo, siendo la discriminación a los homosexuales, sólo uno de los tópicos importantes. 
Mary, en su fanatismo, es incapaz de razonar, y ha elegido entender, al pie de la letra, los textos bíblicos, sin importar sus consecuencias. Y una cosa, en términos religiosos es transmitir ciertos valores y formar mentes pensantes, mientras que otra, muy distinta, es moldear fundamentalistas, que ni siquiera se cuestionasen sus enseñanzas. 
Al final, creo que, sin importar a qué religión uno respondiera, nuestras creencias religiosas jamás tendrían que superponerse a la aceptación de nuestros seres queridos.

Mi puntaje: 8/10
Posesióin Infernal (Evil Dead)
2013, Fede Álvarez
Terror

En Posesión Infernal, cinco amigos que llegan a una cabaña para intervenir a una joven drogadicta, terminan siendo víctimas de un demonio con planes macabros. 
1981 fue para Sam Raimi, un año muy bueno. Tras haber hecho varios cortos con amigos, había formado Reinassance Pictures junto a Bruce Campbell y Robert Tapert, con quienes haría un largometraje basado en su corto Within the Woods (1978). Sin mucho dinero, pero con creatividad, lanzarían lo que sería un éxito, tanto de público como de crítica, y luego esa historia se alargaría en otras dos entregas. Posesión Infernal se convertiría así, en un filme de culto. 
Tiempo más tarde, con la ola de remakes nacía el rumor de una nueva versión. Mala noticia para los fans, quienes reclamaban que su película no fuera tocada. 
Y acá es en donde yo me meto, para aprovechar mi “no fanatismo” y describirla por lo que realmente fue. De hecho, muy lejos, de un “producto inmejorable”, aunque sí, muy bien concebida, para la época y el poco dinero. El propio Raimi llegaría a decir, cuánto le gustaría ver rehacer el clásico con las nuevas herramientas. 
Cambiando a suelo uruguayo, nadie se hubiera imaginado que, tras Drexler, otro compatriota volviera a llamar la atención de los norteamericanos. Esta vez, no, para ser galardonado, sino para algo mucho mejor: sorprender en Hollywood, con un video clip, conseguir un contrato millonario y la chance de dirigir un remake que causaba controversia.
Pero Álvarez no solo tendría la oportunidad de su vida. Según sus declaraciones, el ahora director del Hombre Araña (2002) había depositado en él, su confianza, también como guionista, junto a dos colaboradores.
Culminada la producción, llegaría entonces a la salas, con muy buena recepción del público en general. 
Por mi parte, técnicamente hablando diría que esta versión supera a su antecesora, aunque, por lo demás, me desilusionó.
A diferencia de la original, ahora hay un argumento que es más sólido. Ya no se trata de ir a una cabaña a divertirse, sino que hay un motivo mucho más serio: salvar a Mia (Jane Levy) de las drogas. Para lo cual, su hermano y sus amigos la obligan a deshacerse de sus pastillas, tras lo que Mia empieza a sufrir del síndrome de abstinencia. 
En seguida, hallan en el sótano un libro antiguo. Entonces Eric (Lou Taylor Pucci) se pone a leerlo, en un idioma que le es ajeno y sin quererlo invoca a un demonio de muy mal carácter. En un momento de desesperación Mia se escapa en el auto, tiene un accidente y es poseída, dando inicio a la pesadilla. 
Como ya dije antes, esta remake es un lujo de efectos, pero que no la salvan de quedarse estancada en eso. Con correctas interpretaciones, lo que tenemos es un festín de gritos, muertes y amputaciones, para los amantes del morbo, y en donde, uno a uno, los muchachos van cayendo, pero sin que haya, nada más, que sea llamativo. 
Álvarez, que juega con personajes, que al principio no distinguen entre demonio y chica alterada, deja en evidencia que no tiene muchas más sorpresas. La cinta es fiel al cometido de asquear, pero peca por ser cuadrada en todo lo demás. Así es como a mí se me hizo imposible no pensar: “esto, yo ya lo vi antes.”. Creo que con más suspenso y mostrando menos, hubiera sido más efectivo al momento de conseguir lo que conmigo no pudo: asustarme. 
Al, su guión, no sobresalir, con respecto al terror convencional, la película entretiene, pero como lo han hecho tantas otras. 
Mucho me ilusioné con las primeras repercusiones, en tanto ahora me pregunto si un director de allá no hubiera hecho lo mismo y con la misma calidad. 
Pese a todo lo anterior, y por tratarse de un un realizador, nacido en mi país, le deseo todo el éxito del mundo.

Mi puntaje: 6/10
La noche de la expiación (The purge)
2013, James de Monaco
Terror, C. Ficción, Thriller

Corre el año 2022 y la sociedad ha conseguido algo que antes se creía imposible: erradicar, casi completamente, el índice de desempleo y de violencia. En La noche de las bestias al desempleo, en realidad, no se lo explica, en tanto que la violencia es la desencadenante de todo la trama.
James DeMonaco se imagina cómo sería un futuro cercano, en donde el régimen político (la “Nueva Fundación de los padres de América”) tuviera a la población viviendo en paz, con aisladas excepciones. También como parte del mismo se ha implementado la “purga anual”. Evento nocturno, que ocurre una vez al año, para que todo aquel que quiera pueda cometer sus crímenes libremente.
En lo que a mi respecta, debo felicitar al director por tratar de ser original, aunque no me creo que alguien pudiera conformarse con única noche para delinquir.
James Sandin (Ethan Hawke) es, en esta película, un padre de familia que vende sistemas de seguridad. El mismo que él ha colocado y que ahora activa, para proteger a los suyos durante la purga.
Lo que James, sin embargo no sabe, es que entre el insensato razonamiento de su hijo Charlie (Max Burkholder), y las erradas relaciones de su hija Zoe (Adelaide Kane), su noche está por volverse muy caótica.
Empezando por el chico, una vez que se han bloqueado puertas y ventanas, y que la purga ha comenzado, este deshabilita la seguridad para que entre un hombre negro (Edwin Hodge) que pedía ayuda. Basándome en esto, sólo puedo decir que Charlie carece del sentido de la supervivencia, por no considerar el riesgo al que expondría a los suyos. Su padre reactiva el sistema, pero cuando ellos, ya no están más solos.
Si lo que DeMonaco quería, era meter en aprietos a los Sandin, la acción de buena fe de Charlie no era la respuesta. Mejor hubiera inventado una falla eléctrica, que diera al desconocido la chance de entrar por sus propios medios.
Para sumar más problemas, Zoe tiene un novio (Tony Oller) que se va por la ventana cuando oyen llegar a James, pero para luego reaparecer, armado y vengativo, con el padre de su novia en mente. Si sólo contase con la misma puntería que su objetivo, acaso hubiera corrido con mejor suerte.
Hasta acá, lo que tenemos es a un James con hijos complicados, y a quien aún, le espera una última sorpresa.
Con la seguridad en funcionamiento, un muerto, una adolescente alterada y un visitante, aparece entonces un grupo de
enmascarados, delante de la casa. Peligrosamente equipados, estos expresan sus intenciones por intermedio de su líder, (Rhys Wakefield) quien habla desde una cámara de vigilancia. Concede a los Sandin un plazo de dos horas para que su hombre les sea entregado. Cumplido el plazo, si nada ha ocurrido, ellos se verán obligados a matarlos.
James es ahora consciente de que aquello se le ha ido de las manos. No obstante, también tiene presente que aún puede remediarlo.
Sin embargo, la lógica en los personajes de DeMonaco parece salida de un mundo al revés, cuando Charlie le muestra al intruso en dónde ocultarse de sus propios padres. O el chico tiene dificultades de entendimiento, o aún no se ha dado cuenta de que la cosa es así: o muere él o mueren todos.
Cuando los Sandin finalmente atrapan al desconocido y lo atan a una silla, aquí queda claro que Mary Sandin (Lena Headey) no es mucho más capaz que su propio hijo. ¿Por qué, sino, habría de pronto, de decidir no obedecer a los de afuera? ¿Que, no es humano hacer eso?, piensa ella. Pero, ¿y qué hay de la seguridad de su familia? Mujer de pocas luces, esta Mary, diría yo.
Definitivamente, DeMonaco se vale de personajes pocos lúcidos, para llevar adelante el argumento. Y, ¿en qué podría acabar, tanta estupidez? En que el grupo irrumpa en la casa, por un, no tan sólido, sistema de seguridad. Llega entonces el enfrentamiento, con golpes, destrozos y enmascarados muertos, antes de que arriben los vecinos, también a aprovecharse de la purga.
La noche de las bestias acaba siendo sobre una familia de tan mentalmente escasos, que no sorprende nada de lo que les pasa.

Mi puntaje: 3/10

jueves, 25 de agosto de 2016

Adoro la fama (The Bling Ring)
2013, Sofia Coppola
Crimen, Drana, Biográfica

Encendemos la tele, y el zapping nos lleva hasta un canal, dedicado a la farándula. Deteniéndonos en este, una celebridad siendo fotografiada nos hace preguntarnos: ¿qué se sentirá estar en sus zapatos? 
Los hay quienes, en estos momentos, se encuentran en plena misión espacial, con el Curiosity enviándoles información desde suelo marciano. Mientras tanto, para la mayoría de nosotros la idea de ir a Los Ángeles y saber cómo viven las estrellas, es algo tan lejano como el propio planeta rojo. 
Pero no todos en LA son celebridades, y los hay, de hecho, ciudadanos que nunca han conocido lo que eso se siente. Hubo así, una vez, cinco chicos, que estando por fuera de ese entorno, tanto se obsesionaron con el glamur visto en la revistas, que quisieron acceder a ello de todas formas. Lo que los llevaría a ubicar direcciones de famosos y verificar que no estuvieran en sus casas, para ir a robarles. Este quinteto sería conocido como The Bling Ring. 
Hacer de esto un filme fue una ocurrencia de Sofía Coppola, inspirada por un artículo de la revista Variety. Este se titulaba “los sospechosos usaban Louboutines” y había sido escrito por la periodista Nancy Jo Sales. Su temática llamaría tanto, la atención de la directora, que en seguida querría hacerse con los derechos. Tal como Coppola luego explicaría, ella pensó que el concepto era fascinante y que decía mucho de la cultural actual, lo cual es indudable. Sin embargo, su enfoque, puesto en imágenes sería tan desacertado que acabaría aburriendo. 
Marc (nombre cambiado para la película) es un tímido adolescente, quien tras incorporarse al liceo Indian Hill conoce a Rebecca, una chica obsesionada con la fama. 
Durante una fiesta en lo de Rebecca, Marc ve asombrado como su amiga encuentra autos destrancados, de los que se hace con dinero y tarjetas de créditos. Después, Marc comete el error de mencionar a un conocido suyo adinerado, que está de viaje, y a cuya casa ellos van de inmediato, para que Rebecca se robe un Porsché. Contando ahora, ilícitamente, con nuevos medios de pago, salen de compras para adquirir las prendas lujosas que siempre han querido de las revistas. Rebecca, muy segura de sí misma, es quien lleva la voz cantante, mientras que Marc, aunque sorprendido, le sigue los pasos. 
Más adelante, este dúo y otras tres chicas (Nicki, Sam y Chloe), ven en una discoteca a Kirsten Dunst y a Paris Hilton, figuras a quienes averiguan las direcciones, además del momento oportuno para robarlas. Con el grupo de infractores, ahora reunido antes nosotros, invadir propiedades ajenas se vuelve aún más emocionante. 
Sin duda alguna, Sofia Coppola refleja el lado más superficial y materialista, de una sociedad que valora demasiado, el interior de una billetera, en comparación con el de una persona. 
Pese a esto, de no ser uno, un apasionado de la moda, o curioso por saber cómo es la casa de un millonario, tener, escena tras escena, a chicos probándose prendas ajenas y chequeando revistas de moda, podría volverse soporífero. De haber incluido, la directora, sus motivaciones para inflingir la ley, su película hubiera tenido mayor sentido. Pero ella se limita a contarnos este aspecto, en torno a Marc, un chico con baja autoestima y recién popular, cuando es arrestado. Acá es en donde entra en juego el lamentable papel de las redes sociales, con un Marc, que en Facebook, se ve tapado de invitaciones de amistad, de cientos de morbosos fans. En cuanto a las derivaciones que traen los delitos, aunque se nos pone al tanto del precio que estos chicos tendrán de pagar, se obvia, casi totalmente, la instancia del juicio. 
Ni siquiera podemos decir que, desde otro plano, Adoro la fama fuese más de intriga, sobre robos complejos y bien planificados (como en el cine de robos bancarios), y que la hiciesen más entretenida. 
Para peor, vemos a Emma Watson dar un paso en falso en su carrera, y quien tras la, más que aceptable saga de Harry Potter, ha pasado a formar parte de este bodrio. 

Mi puntaje: 1/10

Cita a Ciegas (Blind Dating)
2006, James Keach
Comedia, Romántica

Por haber nacido prematuro Andy está condenado a no tener una vida normal. Carecer de la facultad de ver, con todo lo que eso conlleva, hace que alcanzados los 22 años aún no haya estado nunca con una chica. 
Cita a ciegas es una comedia romántica en donde se ha puesto más cabeza a su título (un muy buen juego de palabras, que da pistas sobre la trama), que al tipo de humor que se incluye, a veces muy tonto. Cuando vemos, al principio, a Andy de niño, corriendo como un loco por un parque y chocando con un árbol, cabe preguntarse cuál es bien, el sentido. Escenas así no eran necesarias. ¿En dónde se ha visto que los niños hagan eso? 
Andy se enfrenta ahora a una etapa crucial, y en donde deberá ser muy valiente y tomar riesgos. La ceguera que lo ha obligado a ver el mundo de otro modo, según los médicos, podría ser revertida, aunque no hay antecedentes que lo demuestren. 
Conjuntamente se le ha abierto la chance de salir con chicas y en donde tiene a su favor el ser bien parecido. Aquí el riesgo es emocional, si acaso saliera lastimado, si es que su discapacidad pudiera espantarlas. Convengamos además, y siendo realistas, que si aparte de ciego, tampoco hubiese sido lindo, difícil la habría tenido con estas chicas. Así que, en cuanto a darle el rol a Pine, estuvieron muy bien. 
Se perfila entonces en la búsqueda de candidatas, mientras testea sus aptitudes para la cirugía, que funciona a modo de sub trama. Toda esta parte de preparativos es tocada con delicadeza, reservando el humor para las citas o para las sesiones con su terapeuta, Dr. Evans. 
Andy cuenta con la ayuda de su bienintencionado hermano Larry. Será él quien le presente a las favorecidas, además de poner a sus órdenes su servicio de limosina. La contra es que toda chica que él le traiga será, o muy rápida o muy loca, alguien que les cobre por su tiempo, o alguien híper sensible. Sumémosle a esto que Andy quiere tener algo serio, mientras que el bueno de Larry sólo piensa con el pito. Por suerte para Andy, de todos modos no precisará su ayuda para dar con su media naranja, una joven india que trabaja en el centro en donde él se atiende. 
Es con esta joven, de distinta raza y muy distinta cultura, que Andy siente por primera vez, que puede pasarle algo maravilloso. Otro de los puntos de interés es justamente el choque cultural y sus implicancias, puesto que en la india los casamientos son arreglados. Pero antes de enamorarse o de siquiera salir con Leeza, aún le esperan citas que él preferirá olvidar. 
Si bien hay momentos graciosos, otros podrían haberse evitado, por lo forzados y poco creíbles. Su ocurrencia, por ejemplo, de ocultarle su condición a una joven, deriva en un escenario demasiado absurdo. Cualquiera con dos dedos de frente habría empezado notando en sus ojos esa peculiar mirada suya, muy distinta a la de los demás. En cambio esto genera una rechinante falta de equilibrio entre los dos géneros de Cita a Ciegas. 
Por más que podamos describirla como una comedia, creo que, en realidad, es su componente dramático el que más importa. Aunque cuenta con los mismos ingredientes de todo título romántico, no muy seguido es que el protagonista está imposibilitado de describir la apariencia física de su enamorada, a no ser por el tacto.
Se habla, asimismo, de la importancia de la aceptación personal de uno como es, por muy difícil que pueda ser y aunque padezcamos algo irreversible y en extremo, limitante. 

Mi puntaje: 4/10
Ni en tus sueños (She´s out of my league)
2010, Jim Field Smith
Comedia, Romántica

Dudo que Ni en tus sueños llegue a formar parte del listado de películas favoritas de algún cinéfilo. Si tuviera que describirla en pocas palabras, podría resumirla a: chico conoce a chica,
chico y chica se enamoran, chico y chica se pelean y chico y chica se reconcilian. Que tampoco sería revelar el gran spoiler, en un filme que es bien predecible. 
Debo, sin embargo reconocer, que habiéndolos muchos títulos olvidables y de características similares a este, antes no habían conseguido llamarme tanto la atención. Su nombre mismo, en inglés “She´s out of my league” (“Ella está fuera de mi alcance”), ya nos da indicios sobre un tema que podría ser atrayente. 
Ni en tus sueños trata sobre Kirk un muchacho de mediano atractivo, que sin proponérselo acaba saliendo con una chica que es hermosa. Kirk, guardia de seguridad del aeropuerto de Pittsburgh, tiene el deseo de reconciliarse con su ex novia Marnie. Ella, una joven bastante bonita, pero que no es igual de linda por dentro. La cuestión es que Marnie ya está con otro tipo y ningún interés tiene en Kirk. Partiendo de esto, y del hecho de que Kirk no sea la gran cosa, nos lleva a preguntarnos a qué chica podría él gustarle. 
Poco más tarde Kirk se da cuenta de que una pasajera, con quien antes sostuviera unas palabras, se ha olvidado el celular en el aeropuerto. Será así como, para devolvérselo él vuelva a verla, y Molly (Alice Eve) pueda así notar que hay algo de este chico que le gusta. 
Luego viene una de las escenas más interesantes de la película. Kirk y sus amigos Stainer, Jack  y Devon discuten, mientras juegan al bowling, lo raro que resultaría que Kirk pudiera salir con una chica que es un 10. Kirk escucha a sus amigos ponerse puntajes, unos a otros, en lo que él, al parecer, ha sido el menos favorecido. Todos concuerdas en que él no pasa de un 5, a no ser por su personalidad.
De aquí en más resulta muy claro por dónde gira la trama. En tanto el vínculo entre Molly y Kirk se va fortaleciendo, nadie se explica cómo este chico esté saliendo con semejante belleza. No es tanto lo que sorprende la falta de apoyo, de amigos y familiares, como que al propio Kirk le cueste creerse su suerte. 
Vivimos en una sociedad, a veces muy superficial, donde por momentos convertimos a la gente en números, algo que está de más. Tanto es así que, a punto de intimar, Kirk deja en evidencia su incomprensión y falta de autoestima, afirmando no entender qué es lo que pasa. Pero, ¿qué es lo que hay que entender?, es lo que Molly no comprende. Que es que, una chica que Kirk y sus amigos han calificado como perfecta, haya decidido salir con un tipo que es apenas pasable, físicamente hablando, y por ende, no lo suficientemente bueno para estar con ella. Lo cual ofende a Molly, porque ella no ve así las cosas, ya que ella ha visto mucho más que una cara bonita. 
Esta escena es planteada bastante bien y posee un diálogo que es coherente. A diferencia de otros momentos, en donde oímos conversaciones muy mal enfocadas y chistes que son un despropósito. 
Las cosas, luego de la separación, ocurren como eran de esperarse. Kirk ahora cuenta con herramientas para volver con su ex novia. Una infeliz, que no se lo merece, pero que lo tiene de todos modos. Es entonces que sus amigos deciden ayudarlo a volver con Molly, porque también ellos recapacitan. Stainer, a veces, un idiota, hoy obra bien. Largándole todo un discurso, destaca a Kirk todo lo que él vale, tanto como amigo, como ser humano, y cuánto se merece estar con esa chica que lo hacía feliz. Le hace ver que ambos, él y Kirk, estaban equivocados, y que él se merece completamente, estar con ella. 
En líneas generales, desde el principio se ve venir el final de una trama que, aunque llevada con algo de torpeza, consigue dejarnos un buen mensaje. También cabe rescatar que, en ningún momento aburre, algo que para mí es incluso, de lo más importante. 

Mi puntaje: 5/10